23 noviembre 2024

El Capitán Fleyer

Por Oscarina

Navegando por los mares de Olas Apagadas, el cielo oscuro presagiaba una tormenta inminente. De pronto, una furiosa tormenta de rayos invadió la nave, sacudiendo a la tripulación y sembrando el caos a bordo. A pesar de la confusión, decidí proseguir rumbo hacia la costa de Eternos Lamentos.

Una vez anclado, saco el telescopio 4M y escudriño el horizonte en busca de señales de peligro. En ese momento, una figura inesperada capturó mi atención: una bella pirata vestida con escamas doradas, un imponente sombrero pamela y un lujoso anillo con un gigante brillante. La misteriosa pirata me sonrió con complicidad, desatando mi curiosidad.

Imagen: GPT3.5

Lo que sucedió a continuación fue más allá de toda expectativa. La pirata me llevó a vivir innumerables aventuras a lo largo del día, desafiando la lógica y la razón, me vi inmerso en situaciones extraordinarias que desafiaron mi cordura y me llevaron al límite de mis capacidades.

Me vi envuelto en un torbellino temporal que me transporto a un mundo paralelo lleno de criaturas fantásticas. En ese lugar surrealista, me encontré cara a cara con un dragón parlante que me desafió a una partida de ajedrez para poder recuperar el rumbo y seguir hasta las costas del país de los Crepúsculos.

A pesar de mi incredulidad, acepté el desafío y nos enfrascamos en una partida épica que desafiaba todas las reglas del ajedrez convencional. El tablero cobró vida y las piezas se convirtieron en seres mágicos que luchaban entre sí. Finalmente, logre vencer al dragón con un movimiento inesperado, asegurando así el regreso al mundo real.

Después de esta increíble experiencia, fui lanzado al tobogán del tiempo, allí las luces no eran negras, como dicen los horólogos, su color transparente permitían contemplar mi vida pasada, yo ansiaba ver el futuro y un eco divergente y asonante asomo sobre una amétrica hora, entendí sólo un tercero de lo que me decía.

No tardé mucho en deslizarme, zigzagueando aterricé en la proa de mi barco, no os he dicho su nombre, le llaman «Falisco», yo lo llamo «Idilio», es el hijo nunca soñado de un navegante de los cien mares, que por siglos ha viajado por las constelaciones de Andrómeda. Encuentro a la tripulación intacta, luchan con el pulpo, Diógenes, ya se acostumbro atacarnos con sus ponzoñosos tentáculos, disfruta bañarnos con su tinta de poeta, no es más que un fetichista acostumbrado a ser ignorado.

Prosigo a mi camarote, enciendo la luz ultrasonora, tomo la pluma del Fénix, me respira sus llamas multicolores, saco mi bitácora y antes de escribir, me pregunto, si acaso había sido todo un sueño o si realmente había vivido aquella extraordinaria aventura. Esta duda persiste en mi mente, durante mucho tiempo, digamos cien años siderales... Empiezo mi bitácora y «Falisco» retoma la travesía a nuevos puertos desconocidos, sin olvidar aquella inolvidable aventura.

No hay comentarios:

Publicar un comentario