Por Ratoner
En la vasta extensión del Mar Belegaer, donde las aguas se encuentran con el cielo en un abrazo eterno, navega el BiblioReto, guiado por las estrellas y el susurro del viento. Una noche de luna nueva, cuando las sombras del mundo se profundizan y los secretos del mar se funden con la brisa, aparece en el horizonte un navío nunca visto antes, un bajel con velas negras como la noche y mástiles que parecen tocar el firmamento, el Clinamen.
Este bajel pirata, conocido por su bravura y temido en todos los mares, parece navegar no por el viento, sino por el destino mismo. Su nombre habla de desvíos y caminos inesperados, como el clinamen de antiguos filósofos, donde el azar y la libertad se entremezclan en la danza del cosmos.
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Imagen: Grok |
A medida que se acerca, el capitán del Clinamen, un hombre de rostro duro como la piedra pero con ojos que brillan con el conocimiento de mil tormentas, da la orden de que se detenga el BiblioReto. Su voz resuena con el poder de los antiguos reyes de la Tierra Media, y su mirada parece perforar el alma.
—Bienvenido seas, navegante de sueños, a la intersección de los destinos —dijo en un tono que era tanto un saludo como una advertencia—. Aquí, cada elección es un desvío, cada vela, una posibilidad.
Hablamos entonces, bajo la mirada de las estrellas, de las maravillas y peligros del mundo, de los poderes antiguos que aún se agitan bajo las olas, de los anillos que forjan destinos y de los elfos que, en su sabiduría, eligen el exilio sobre la corrupción del poder.
Sin embargo, el Clinamen no es un navío de maldad, sino un recordatorio de que incluso en el camino más recto, hay siempre un desvío, una elección, una aventura por vivir. Y así, con un último viento en popa, nos separamos, cada uno hacia nuestras propias odiseas, en el vasto océano de la vida.
IA: Grok
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