En el centro de la cubierta, Oscarina, la zíngara errante y cartógrafa del barco, había adornado un mástil menor con luces mágicas que centelleaban como pequeñas constelaciones. Había colocado esferas hechas con cristales del Reino de Hielonieve, que reflejaban las historias contenidas en los libros que el bajel había recolectado en sus viajes.
Imagen: Brujillas |
Cada miembro de la tripulación colgó allí un pequeño pergamino, con sus deseos escritos en palabras antiguas, confiando en que los vientos del norte los harían realidad. El capitán Brujillas, envuelto en su capa de terciopelo verde y con su sombrero emplumado, observaba desde la proa. En sus manos sostenía una copa de licor dorado, destilada en las islas de las Mil Tintas.
—Amigos —dijo con su voz profunda, que resonó como un eco en el silencio— hoy no somos piratas, ni cartógrafos, ni aventureros. Hoy somos soñadores, navegando en un mar donde las palabras nos han traído, unidos por el destino y las letras.
En ese instante, desde el horizonte, un dragón marino surgió de las olas. No atacó, sino que lanzó al cielo una llamarada que se transformó en fuegos artificiales. La tripulación miró al dragón y supo que hasta las criaturas más fieras entendían el espíritu de la Navidad. Y así, entre cuentos, brindis y estrellas, el BiblioReto pasó una noche inolvidable.
¡Feliz Navidad a contertulios/as y lectores/as de la Tertulia BiblioReto!
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